5 de marzo de 2011

8 de Marzo

Amanecer en el Ganges

Por la mañana hemos visitado los Ghats de Varanasi. me encuentro algo menjor con las 6 pastillas que me tomo y el "redoxon" (suero oral).
Benarés, como todas las ciudades que hemos visitado, ha resultado enormemente sucia, aunque no tanto como Agra.




Para los Hindús es la ciudad Sagrada por Excelencia y creen que deben visitarla al menos una vez en su vida, y si es mejor, morir allí o al menos tirar las cenizas de su incineración al Ganges.
Es curioso ver como en ese Ganges al mismo tiempo la gente se lava en él, o lava la ropa para su purificación, y al mismo tiempo se tiran las cenizas o se incineran cuerpos.
Los Ghats
Hasta cierto punto llega a ser tan chocante, que una mujer argentina que conocimos luego, creía que todo era un montaje turístico. El paseo en barca al amanecer sí era un montaje pero lo demás no era más que parte de toda la superstición que envuelve los rituales hindús.
He podido ver poco del lugar (excepto los Ghats), las escaleras donde la gente baja a lavarse, porque me he puesto enferma. Las gastroenteritis son normales en India, pero yo llevaba días prácticamente sin comer y al final creo que se me ha revuelto el estómago de ver tanta suciedad.

Hemos cogido el avión hacia Katmandú tras tres horas de cacheos y revisión de maletas.
Nos habían llevado al avión 4 horas antes para el check-in y el embarque ha durado 3 horas!!! pero claro, es que nos han cacheado y revisado el equipaje 4 veces (la última a pie de avión, con militares armados y perros).
Llevando sacos en Katmandú
Yo me paseaba con las piernas flaqueando y mi botella de agua llena de suero. He llorado para que me la dejaran subir al avión. Llorado de verdad, que estaba de un sensiblón horrible, y las mujeres militares que me cacheaban me miraban asustadas, como no sabiendo qué hacer. La verdad, ahora que lo pienso, no he visto a nadie llorar en la India, ni siquiera a algún niño.
A la llegada a Katmandú nos han recibido con un pañuelo de esos que ponen los budistas sobre los hombros en señal de respeto y qu ahora no sé cómo se llama. En este tramo del viaje sólo íbamos a ser nosotras dos. El guía esta vez hablaba mucho mejor español y además era guapísimo.
No teníamos programación hasta el día siguiente así que decidimos ir por nuestra cuenta a ver el Thamel, el barrio de comercios para extranjeros y darnos una vuelta hasta que se fuera el sol.
Nos encantó pasear por el Thamel y ver las mismas ropas que venden aquí, como hechas en la India, y los montones de tiendas de deporte donde tanto te venden imitaciones como ropa original marca Mamut y The North Face pero a un precio super barato.

Nuetro hotel, el Shanker, es el mejor de Kathmandú y eso se notaba en las habitaciones, los alrededores y el servicio. También en que teníamos luz siempre y eso es algo extraño porque en Kathmandú sólo tienen electricidad unas cuantas horas al día. Cuando anochece algunos funcionan con generadores, otros con velitas, otros encienden la luz cuando alguien entra en el comercio, y los muchos, cierran.




Aquí aún hay más caos circulatorio porque hay muchos más vehículos. También me he fijado que hay modelos de coches más modernos y muchas motos tipo scooter, que no se ven en la india, y menos conducidas por chicas.

Bebé Nepalí
 Estamos muy cerca de la India pero la energía ha cambiado mucho. Mi compi y yo estamos como más alegres, más livianas.
India ha sido un cúmulo de contradicciones y Kathmandú parece algo más occidentalizada y aunque eso podría ir en detrimento suyo, parece mantener un cierto equilibrio entre la modernidad, el turismo y el patrimonio de sus monumentos medievales. El mercadillo, muy colorido, menos agobiante porque no nos perseguían los artesanos, pero a la vez se podía regatear menos y lo echaba de menos.

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